El ministro del Interior lanzó una agresiva ofensiva contra la Comisión Séptima, acusándola de maniobrar deliberadamente para evitar que el proyecto fuera rescatado en plenaria.
El panorama político nacional se encendió tras el naufragio definitivo de la reforma a la salud en el Congreso de la República. El ministro del Interior, Armando Benedetti, no guardó silencio y arremetió con inusual dureza contra los integrantes de la Comisión Séptima del Senado. Para el jefe de la cartera política, el archivo del proyecto no fue un ejercicio democrático, sino una maniobra calculada para bloquear cualquier posibilidad de salvamento. El funcionario denunció que la decisión se tomó de forma estratégica en el último suspiro del año legislativo 2025 para evitar un rescate jurídico. Según su análisis, los sectores de oposición aplicaron una táctica de dilación que impidió que el Ejecutivo pudiera aplicar mecanismos de apelación o insistencia. Esta situación ha dejado al Gobierno en una posición de vulnerabilidad frente a una de sus promesas de campaña más ambiciosas.
A través de su cuenta oficial en la red social X, el ministro Benedetti elevó el tono de la confrontación institucional con calificativos de grueso calibre. «Esperaron hasta el último día para hundir la reforma a la salud y así no poder revivirla en plenaria», expresó el alto funcionario con evidente molestia. En sus mensajes, aseguró que se ha jugado con el bienestar de la población colombiana de una manera que calificó como «cochina y barata». La indignación del ministro radica en que, al cerrar el trámite en el último día de sesiones ordinarias, se anularon las herramientas parlamentarias de emergencia. Para el Gobierno, esta jugada política representa un retroceso en la intención de transformar el modelo sanitario del país hacia uno más equitativo. El enfrentamiento entre el Ministerio del Interior y el Legislativo parece haber llegado a un punto de no retorno.
El ministro no se limitó a criticar el resultado, sino que lanzó señalamientos directos contra la trayectoria y el actuar ético de la célula legislativa involucrada. “La Comisión Séptima del Senado ha actuado como siempre lo ha hecho de forma baja, cochina y rastrera”, aseveró Benedetti en una de sus declaraciones más polémicas. Estas afirmaciones han generado un sismo político, pues cuestionan la integridad de una de las comisiones más importantes para la agenda social del Estado. Para el Ejecutivo, el hundimiento del texto es una afrenta directa a la voluntad de cambio que, según afirman, reclama la ciudadanía en las calles. El uso de un lenguaje tan agresivo por parte del encargado de las relaciones con el Congreso marca una nueva etapa de polarización. Se espera que los senadores aludidos respondan en las próximas horas ante lo que consideran una falta de respeto.
Durante su intervención, Benedetti trajo a colación el antecedente de la reforma laboral para explicar por qué el Congreso actuó con tal premura en esta ocasión. Recordó que, en el pasado, la reforma laboral fue archivada inicialmente, pero el Gobierno logró revivirla y aprobarla en la plenaria del Senado con éxito. Según su teoría, los congresistas aprendieron de esa experiencia y decidieron ocultar el proyecto de salud durante meses para evitar que se repitiera el mismo fenómeno. “¿Recuerdan que ellos hundieron la laboral que nosotros revivimos para que los empleados tengan un salario digno?”, cuestionó el ministro a la opinión pública. Para él, la victoria previa del Ejecutivo en el tema laboral fue el detonante para que ahora se aplicara una «emboscada legislativa». Esta comparación busca dejar en evidencia lo que el Gobierno considera una actitud obstructiva y sistemática por parte del Senado.
La crítica principal del ministro se centró en la supuesta falta de debate técnico y la ocultación del proyecto durante casi siete meses de sesiones. Benedetti sostuvo que la iniciativa permaneció bloqueada sin que se diera una discusión real sobre sus artículos, sus costos o su impacto social. “Se esconden seis meses dentro de la comisión para luego el último día, como bandidos, cerrar y archivar la reforma”, añadió con vehemencia el funcionario. La metáfora de actuar «como ladrones a medianoche» subraya la percepción de falta de transparencia que el Gobierno quiere proyectar sobre la oposición. Desde la Casa de Nariño se insiste en que nunca hubo una intención genuina de legislar, sino de sabotear el plan de desarrollo. Este argumento será el pilar de la narrativa oficialista para justificar el fracaso de la ley ante sus bases.
Para el jefe de la cartera política, lo ocurrido en la Comisión Séptima representa una «vulgaridad» que atenta contra el proceso democrático y el discernimiento legislativo. Benedetti concluyó que nunca existió un espacio para el discernimiento real, sino una consigna previa de negar cualquier avance normativo en materia de salud. Esta postura ignora, según sus críticos, las múltiples alertas fiscales que los mismos senadores habían presentado durante el semestre anterior sin recibir respuestas claras. El ministro insiste en que el archivo fue una ejecución política sin sustento argumentativo, una afrenta que deja a millones de usuarios en la incertidumbre. La ausencia de deliberación es, a ojos del Ejecutivo, la prueba reina de que el Congreso actúa bajo intereses ajenos al bienestar común. El debate técnico ha sido desplazado por una guerra de narrativas y ataques personales.
El impacto de estas declaraciones podría complicar aún más la radicación de nuevos proyectos gubernamentales en la legislatura que iniciará en el primer semestre de 2026. Al tildar de «bandidos» y «rastreros» a los legisladores, Benedetti rompe puentes de diálogo que son esenciales para cualquier coalición futura. Analistas políticos sugieren que esta estrategia de confrontación busca movilizar a la opinión pública contra el Congreso, trasladando la responsabilidad del fracaso al poder legislativo. Sin embargo, este camino también podría radicalizar a los sectores independientes que el Gobierno necesita para aprobar otras leyes pendientes. La gobernabilidad se pone a prueba en un escenario donde el respeto institucional parece haberse diluido entre insultos y recriminaciones. El sistema de salud, mientras tanto, sigue operando bajo las mismas reglas que el Ejecutivo pretendía cambiar de raíz.
Finalmente, el archivo de la reforma a la salud deja un vacío legal que el Gobierno nacional deberá intentar llenar mediante decretos o nuevas resoluciones administrativas. Benedetti sostuvo hasta el final que el trámite careció de toda validez moral, calificándolo como una afrenta al proceso legislativo y a la majestad del Estado. El cierre del año 2025 termina así con una crisis de relaciones entre los dos poderes más importantes del país, augurando un 2026 de intensas batallas políticas. La reforma a la salud, que fue el estandarte del cambio, hoy yace en los archivos del Senado como testimonio de una fractura profunda. El país observa con atención cómo el ministro del Interior redefine su rol de negociador por uno de crítico feroz. La batalla por el sistema sanitario colombiano está lejos de terminar, pero por ahora, el Congreso ha tenido la última palabra.































