La sorpresiva renuncia del diputado Jaime Tocora a la segunda vicepresidencia de la Mesa Directiva abrió la puerta para que el Partido Liberal capturara este cargo clave para el 2026. Con la elección de Carlos Reyes, la oposición pierde su única silla en la cúpula de la Asamblea del Tolima.
La Asamblea Departamental del Tolima vivió un inesperado reacomodo político tras la renuncia irrevocable presentada por el diputado Jaime Tocora, del Pacto Histórico, a la segunda vicepresidencia de la Mesa Directiva para el periodo 2026. La noticia tomó por sorpresa a los asistentes, pues Tocora había sido elegido semanas atrás y se esperaba que fuese la cuota opositora dentro de la estructura de dirección. Su renuncia, presentada antes de asumir funciones, dejó en suspenso la presencia de la oposición en un espacio clave de representación institucional.
La dimisión de Tocora obligó a la corporación a activar de inmediato un proceso interno para suplir la vacante. Durante la clausura del periodo de sesiones extraordinarias, la mayoría decidió avanzar sin dilaciones y convocó a una nueva elección. El bloque mayoritario, integrado principalmente por partidos tradicionales, no dejó espacio para negociaciones. La decisión estaba tomada: el cargo sería asumido por un representante afín al establecimiento político departamental, lo que anticipaba un giro en la conducción institucional de la Asamblea para el próximo año.
En medio de este panorama, la plenaria respaldó la postulación del diputado liberal Carlos Reyes, quien resultó elegido como segundo vicepresidente para el periodo 2026. La votación consolidó la hegemonía del liberalismo dentro de la Mesa Directiva, que ahora queda integrada en su totalidad por fuerzas políticas alineadas con la mayoría. Esta elección no solo cerró la puerta a la presencia opositora en la cúspide de la corporación, sino que también reforzó la capacidad de maniobra de las bancadas tradicionales frente a las decisiones estratégicas.
El ascenso de Reyes fue interpretado por varios sectores como una jugada calculada del liberalismo para asegurar el control de la agenda institucional. Su designación permite al partido fortalecer su influencia en la planificación del próximo año legislativo, en un contexto en el que la oposición queda relegada a un rol más reactivo. Analistas consideran que esta movida política ratifica la cohesión interna de las fuerzas tradicionales, que lograron actuar con rapidez para capitalizar el vacío generado por la renuncia del Pacto Histórico.
Para la oposición, la salida de Tocora representa una pérdida sensible, pues el cargo de segunda vicepresidencia era uno de los pocos espacios que le otorgaban visibilidad y voz en las decisiones administrativas de la Asamblea. Sin esta representación, el Pacto Histórico y otros sectores alternativos quedan con menor margen para influir en la estructura interna de la corporación. Este hecho podría traducirse en una menor participación en discusiones clave, así como en un escenario legislativo menos equilibrado.
La renuncia también generó interrogantes sobre las motivaciones de Tocora para apartarse de un cargo que ya había sido ratificado. Aunque el diputado no ha entregado una explicación pública detallada, su decisión ha alimentado varias hipótesis dentro de los círculos políticos del Tolima. Algunos sectores señalan posibles desacuerdos internos, mientras que otros indican que pudo existir presión política dada la importancia del cargo. Lo cierto es que su salida reconfigura el tablero político en un momento crucial para la Asamblea.
Con el control de la Mesa Directiva en manos del liberalismo y sus aliados, la Asamblea se encamina hacia un 2026 marcado por una gobernabilidad alineada con las mayorías. La designación de Reyes no solo fortalece el bloque mayoritario, sino que también envía un mensaje de cohesión y disciplina política entre los partidos tradicionales. Esta situación podría favorecer la ejecución de iniciativas impulsadas por dichas bancadas, aunque al mismo tiempo podría limitar la diversidad de posiciones dentro de los debates legislativos.
Finalmente, el reacomodo deja claro que la Asamblea del Tolima inicia el 2026 con un esquema de poder concentrado en un bloque mayoritario que supo actuar con rapidez ante la oportunidad política. La oposición, por su parte, enfrenta un escenario adverso en el que deberá buscar nuevas formas de participación y control político ante la pérdida de un asiento estratégico. El episodio evidencia una vez más cómo los movimientos internos y las decisiones individuales pueden transformar el equilibrio institucional dentro de las corporaciones públicas.































