Ciudadanos denuncian que el espacio público se ha convertido en un negocio rentable durante los desfiles del Festival Folclórico Colombiano: palcos autorizados por la Alcaldía y sillas informales a precios de hasta $60.000 limitan el acceso gratuito y encarecen la experiencia.
Los desfiles del Festival Folclórico Colombiano en Ibagué, esperados cada año por su colorido y música en las carreras Tercera y Quinta, se han visto opacados por la proliferación de graderías y sillas privadas. Familias que buscan un lugar para observar el paso de las carrozas denuncian que no hay espacio público libre, pues todo está “copado” por estructuras desde tempranas horas.
Para acceder a un palco oficial, autorizado por la Alcaldía de Ibagué, los ciudadanos deben pagar entre $40.000 y $60.000 por persona. Estos palcos, montados sobre separadores y aceras, ofrecen una vista privilegiada, pero excluyen a quienes no pueden costear el precio elevado. La instalación de estas graderías cuenta con permiso municipal, pero muchos consideran las tarifas “exorbitantes”.
Al mismo tiempo, comerciantes informales colocan sillas de plástico a la vera de la calle y las alquilan entre $30.000 y $50.000 la unidad. Usuarios que intentaron adquirirlas a las 7:00 a.m. se encontraron con que ya estaban ocupadas, y pese a la hora temprana, los precios no bajaron. “Llegué puntual y ya estaban todas arrendadas a $30.000 cada silla. Es inaceptable”, publicó un asistente en sus redes.
Una familia de cinco calculó que gastaría al menos $200.000 solo en sillas para ver el desfile, cifra impagable para muchos. Con los palcos y sillería privada, se redujo drásticamente la zona gratuita. “Nos tocó mirar desde la calle 42, a lo lejos, porque no encontramos otra opción”, relató uno de los afectados, expresando frustración.
Habitantes y turistas cuestionan si quienes alquilan sillas informales cuentan con la autorización de la Oficina de Espacio Público. Hasta ahora, la Alcaldía no ha aclarado si esos vendedores poseen un permiso o se trata de “inescrupulosos” que aprovechan la gran afluencia para lucrarse.
En contraste, los palcos oficiales sí cuentan con visto bueno municipal, producto de licencias y contratos que pagan espacio público. Sin embargo, muchos consideran que el Fondo para la Cultura y el Turismo debería garantizar mayor acceso gratuito y equilibrar el uso comercial de las vías.
Organizaciones civiles han pedido revisar las normativas de ocupación del espacio público durante eventos masivos, para evitar la creación de “bolsones” de pago que afectan la experiencia ciudadana y el carácter popular del festival.
La polémica en torno a la sillería y palcos eleva el debate sobre hasta qué punto la Alcaldía debe permitir la explotación comercial en espacios destinados originalmente al disfrute colectivo.